Sin duda
cualquiera podrá decirme que la flor del nenúfar que presento en esta foto, es blanca, y
que sus hojas son verdes… pero va a ser que no. Nosotros creemos que la
flor es blanca y sus hojas verdes, pero realmente no son de ese color, ni siquiera
son de ningún color, los colores no existen más allá de nuestra mente.
Intentaré
explicarme antes de que alguno de mis lectores llame a alguna “institución de rehabilitación mental” para preguntar si tienen espacio para mí.
La luz
es energía electromagnética, y como tal, se transmite por medio de un
movimiento ondulatorio. Es importante aclarar que la distancia entre dos
crestas consecutivas de una onda es la longitud de la onda, representado en la
siguiente gráfica por la letra griega λ (lambda), y la unidad de medida
que se usa para estas distancias son los nanómetros. Mientras más pequeña sea
la longitud de onda mayor va a ser la frecuencia con la que se repitan las
crestas de la onda.
El
conjunto de ondas electromagnéticas que se transmiten a través de la luz es
enorme, y se conoce como espectro electromagnético. De todo ese espectro, una
minúscula región contiene ondas visibles por el ojo humano, lo que entendemos
por luz visible, existiendo otras longitudes de onda menores (los ultravioletas,
los rayos X, gamma y cósmicos), y otras longitudes de onda mayores a las
visibles (los infrarrojos, las microondas, las ondas de radio y las ondas de
baja y extremadamente baja frecuencia).
El conjunto
de las ondas que forman la luz visible forman la "luz blanca”, pero al pasar un
haz de esta luz por un prisma, se separan las distintas longitudes de ondas que
forman este espectro, observándose distintos colores, que van desde los
violetas a los rojos.
Cuando
la luz incide sobre un objeto, esta absorbe ciertas longitudes de onda y
refleja el resto. El hecho de que absorba ondas de unas determinadas longitudes
de onda y no de otras, depende esencialmente de sus componentes y enlaces químicos.
La luz
reflejada, carente de determinadas longitudes de onda, entra por nuestros ojos
y alcanza los fotorreceptores de nuestras retinas. En la retina podemos
encontrar 2 tipos de fotorreceptores, los bastones y los conos. Para el asunto
que nos compete, nos centraremos en los conos, de los que existen 3 tipos, cada
uno con un pigmento distinto:
- La eritropsina, con una mayor sensibilidad por las longitudes de onda de 650 nanómetros, es decir, la que entendemos como luz roja.
- La cloropsina, con una mayor sensibilidad por las longitudes de onda de 530 nanómetros, la correspondiente a la luz verde.
- La cianopsina, con una mayor sensibilidad por las longitudes de onda de 430 nanómetros, que se correspondería con la luz azul.
Como
respuesta a los estímulos que generan estas ondas electromagnéticas sobre los
distintos conos, los receptores de la retina producen señales nerviosas, que
son conducidas al cerebro a través del nervio óptico (estas señales nerviosas
son despolarizaciones de las membranas de las neuronas, siguen sin ser colores). Y una vez
en el cerebro, se interpretan los estímulos nerviosos, generando allí la
percepción visual, con sus colores y formas.
He
mencionado que tenemos conos que reconocen 3 longitudes de ondas distintas,
pero nosotros somos capaces de interpretar mucho más de 3 colores. Esto es
debido a la mezcla que realiza nuestro cerebro de las señales enviadas por los
3 tipos de conos.
Así,
cuando la luz impacta sobre las hojas del nenúfar, este absorbe determinadas
longitudes de onda, y se reflejan principalmente las de 530 nanómetros, que al
llegar a nuestra retina excitan principalmente los conos con cloropsina, conos cuya
señal es interpretada en el cerebro como verde. Mientras que la flor blanca, absorbe
pocas longitudes de onda, de modo que las ondas reflejadas excitan los 3 conos prácticamente
por igual, obteniéndose en el cerebro una interpretación casi blanca de la
flor.
Por
tanto, el mundo que nos rodea no es de colores, es nuestro cerebro el que
interpreta colores a partir de las longitudes de ondas que no absorbe el mundo
que nos rodea.
P.D.:
Los nenúfares del Jardín Botánico-Histórico La Concepción (Málaga) ya se han
abierto. ¿A qué esperas para disfrutar de la interpretación que hace tu cerebro
de las longitudes de onda que reflejan?
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