El ser humano no puede sobrevivir en un naufragio a base de agua de mar, eso lo sabemos todos, pero hay otros animales que beben agua de mar sin que eso les ocasione ningún problema ¿a qué se debe esta diferencia?
Los riñones humanos son incapaces de producir una orina igual o más salada que el agua de mar. Concretamente, cada litro de agua marina tiene unos 12 g de sodio, mientras que un litro de orina contiene como mucho 6 g de sodio, de modo que tras beber un litro de agua marina, nos vemos obligados a excretar 2 litros de orina para eliminar todo el sodio captado, lo que conduce inevitablemente a una deshidratación.
A partir de una pérdida del 2% de agua de nuestro cuerpo, se inician una serie de síntomas que se van agravando a medida que aumentan las pérdidas, entre los cuales podemos encontrar dolores de cabeza, disminución de la presión sanguínea, vértigo, delirios, perdida de la consciencia, alcanzando la muerte generalmente al superar el 15% de pérdida de agua.
Mientras tanto, existen múltiples animales capaces de tomar agua de mar sin ningún perjuicio, esto es posible a través de distintas adaptaciones.
Las aves y reptiles marinos cuentan con glándulas de la sal con las que segregan un líquido altamente concentrado en sales. Este líquido tienen una mayor concentración en sales que el agua del mar, solucionando el problema que tenemos los mamíferos, aunque su orina, al igual que la nuestra no tenga mayor concentración en sales que el agua del mar.
Los mamíferos marinos cuentan con riñones más eficientes que los de los mamíferos terrestres, sistemas para reducir las pérdidas de agua durante la respiración, no obstante no es suficiente esto como para tomar agua del mar, por eso no la consumen, y obtienen agua dulce de los alimentos y de la oxidación de su grasa corporal.
Y los peces teleósteos (de esqueleto óseo) marinos cuentan con un sistema para eliminar cloruro de su sangre a través de sus branquias. Mientras que elasmobranquios (básicamente tiburones y rayas) tienen una glándula rectal para expulsar el exceso de sal.
Fuentes:
Randall, D.; Burggren, W. et French, K. (1998). Eckert Fisiología animal (4ª edición).
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