Recientemente, visitando las playas de Portugal, un submarinista me mostró la sepia que ilustra esta entrada antes de devolverla a la libertad. Me parecen tan curiosos los cefalópodos que no he podido evitar dedicarles una entrada.
Las sepias son cefalópodos, como los calamares, pulpos y nautilos, todos ellos con un pie modificado situado en la cabeza, y cuando digo pie no piense en un pie como el humano, me refiero al pie de un molusco, piense mejor en el pie de un caracol, que es otro molusco, y una vez que visualiza ese pie enróllelo a modo de embudo y se lo coloca en la cabeza al animal, eso viene a ser un cefalópodo.
La parte dorsal de la pared del cuerpo es el manto, que cuenta con una cavidad donde se presentan las vísceras del animal. Las células epidérmicas del manto segregan carbonato cálcico y conquiolina para formar la concha de estos animales, que en los nautiloideos es externa, en sepias y calamares es interna y reducida, y está ausente en pulpos.
Los movimientos musculares de la pared del manto fuerzan la entrada de agua a la cavidad paleal (cavidad del manto), agua de la que obtiene oxigeno a través de sus branquias, y que será expulsada con ese embudo antes mencionado, también conocido como sifón.
Exceptuando los pulpos, que están adaptados a reptar haciendo uso de las ventosas de sus brazos, el principal medio de desplazamiento de los cefalópodos consiste en la propulsión a chorro que consiguen expulsando agua de la cavidad del manto a través del sifón. Además, el movimiento de este embudo les permite cambiar de dirección durante la natación.
Algunos cefalópodos, los que viven en zonas litorales, han desarrollado mecanismos para generar cambios de coloración en su superficie, formar manchas, bandas… y con ello poder transmitir mensajes como señales de peligro o de cortejo, o para mimetizarse con el medio.
Para lograr los cambios de coloración, cuentan en su piel con células cargadas de pigmentos (cromatóforos), rodeadas de células musculares con las que estiran o contraen a las primeras. Imagine un globo tranparente lleno de café, al estirarlo o contraerlo la concentración de pigmentos cambia y con ello la coloración que presenta, pues los cromatóforos de los cefalópodos actúan igual.
Y si mimetizarse con el medio no fuera suficiente, la mayoría de los cefalópodos cuentan con una glándula de la tinta, con la que producen un líquido mucoso oscuro cargado de melanina y otras sustancias que expulsan cuando son alarmados. Al expulsarla confunde los órganos de detección química y visual de los enemigos, con lo que ganan segundos valiosos para poder huir de sus enemigos. Es algo así como las bombas de humo que usan los ninjas de las películas, pero en el agua.
Tienen sexos separados, es decir, hay machos y hembras. Para reproducirse, los machos producen paquetes de espermatozoides llamados espermatóforos que cogen ellos mismos con uno de sus brazos, concretamente un brazo modificado que se llama hectocotilo, sacan el espermatóforo de su cavidad del manto, y lo introducen en la cavidad del manto de las hembras. Cuando los huevos abandonan el oviducto se encuentran con el espermatóforo y son fecundados.
Pero si algo me llama la atención de los cefalópodos son sus ojos, y es que los ojos de estos animales, aunque tienen un origen evolutivo y embrionario distinto a los ojos de los vertebrados. Sus ojos cuentan con una estructura muy similar a los nuestros, con cristalino, esclerótica, retina y humor acuoso. No obstante, hay detalles de la estructura de los ojos que está mejor en los suyos que en los nuestros
Los nervios que contactan con las células receptoras de la retina se sitúan en el caso de los cefalópodos tras la retina, mientras que en nuestro caso tenemos todo un cableado de nervios por encima encima de las células fotosensibles, cableado que para poder sacarlo fuera del ojo atraviesa la retina en un punto, dejando una zona de nuestra retina con un punto ciego, una chapuza que no tienen los cefalópodos.
¿No me cree con lo del punto ciego? Dibuje en un trozo de papel dos puntos separados por unos 4 dedos, ponga el papel aproximadamente a un palmo de su cara, cierre su ojo derecho y centre su vista en el punto de la izquierda, acerque y aleje el folio y verá como el punto desaparece.
Eso sí, estos animales solo cuentan con un pigmento en sus células fotosensibles, por lo que interpretan el mundo en un único color, pero tampoco es que les haga mucha falta, y menos mientras más profundo vivan.
Fuentes:
Hickman, Roberts y Larson, 2001. Zoología, 10ª Edición. McGraw Hill
http://es.wikipedia.org/wiki/Ojo_de_los_cefal%C3%B3podos
http://es.wikipedia.org/wiki/Tinta_de_cefal%C3%B3podo
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