El acanto (Acanthus mollis) es una planta herbácea perenne, cuyas hojas crecen
en roseta. Estas son profundamente lobuladas, como las de un cardo pero más
grandes, entre 35 y 50 cm de longitud. De su tallo, de hasta metro y medio de
alto, surge un conjunto de pequeñas hojas dispuestas en forma de espiga, estas
tienen brácteas dentadas de color púrpura con pequeñas espinas, y flores
blancas.
La belleza del acanto lo convierte en una pieza
ornamental ampliamente usada en jardinería, siendo este el motivo por el que se
introdujo en el Mediterráneo, siendo su origen las estepas asiáticas y
africanas.
Además de su uso ornamental, el acanto cuenta con múltiples
usos en la medicina natural, siendo aprovechado como remedio para inflamaciones,
cicatrizaciones, astringencia, expectorante…
Por si esto fuera poco, se le atribuye a esta planta
ser la fuente de inspiración de un llamativo elemento arquitectónico, el
capitel corintio. En el cuarto libro del “Compendio de los diez libros de
arquitectura de Vitruvio”, se indica que
fue Calímaco, un escultor ateniense, quien inventó el capitel corintio a causa
de haber visto unas hojas de acanto, nacidas alrededor de un canastillo. Al
parecer, sobre la sepultura de una doncella corintia, su nodriza dejó un canasto
de mimbre cubierto por una teja. Bajo la cesta brotó un acanto, y debido al
peso de la losa, los tallos del acanto crecieron en torno al canasto.

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